sábado, 11 de abril de 2015

El Gueto


            Esta semana he vivido unos cuantos de episodios que me han llevado a una reflexión total y profunda sobre lo que acontece en nuestro país, todo en el marco de la Cumbre de las Américas y el Cadivazo o “Viernes rojo”, la agitación en la calle, la escasez y pare de contar.
            No quiero entrar en los detalles escabrosos de los episodios que viví, sólo les diré que los mismos fueron acontecidos en los Tribunales de la ciudad donde vivo, la sede del Poder Judicial, el cual por artículo constitucional tiene que ser imparcial, así como no tener filiación política, pero las imágenes de vivo color y gigantescas de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, así como la vehemente defensa de uno de un servidor público del Poder Judicial,  quién muy amablemente entablo un pequeño debate  sobre el porqué de las imágenes así. Esto ocurrió el lunes, el miércoles hubo otro incidente, el jueves también y finalmente el viernes, lo cual me hizo sentirme realmente desolada y devastada, puesto bajo el criterio de mi humilde lógica, no entiendo el porqué de las imágenes, de la idolatría a un hombre,  la defensa acérrima de un gobierno que ha llevado a la quiebra y destrucción del país, pero lo que me ocasionó más estupor fue la decidía e indiferencia de las personas que se encontraban en esos momentos, ellos que también padecen, sufren, se quejan por lo que ocurre en el país, guardaron silencio, ocultaron sus rostros o simplemente se hicieron los locos, como decimos aquí.
            Con todo ese ajuar de vivencias,  a cuestas  me puse a meditar, de lo que puedo concluir que lo primero fu el sentirme como una judía en la Alemania o territorios controlados por los nazis durante las ocupaciones de la Segunda Guerra Mundial, cada día que pasa, cada Gaceta que publican, siento que las personas que no nos arrodillamos a la matriz de opinión oficialista somos más y más excluidos y obligados a marcharnos del país o vivir en “el gueto” que ha creado la revolución.
            Si vivimos en un gueto que no tiene nada que envidiarle al Gueto de Varsovia, parece algo  muy alejado de nuestra realidad caribeña y del siglo XXI, pero definitivamente estos territorios se adaptaron y trasladaron hasta Sudamérica.  Sin embargo quiero hacer notar que a diferencia de los viejos modelos las murallas de ladrillo del nuestro la están haciendo bajo parámetros legales y delante de toda la comunidad internacional, quienes indolentes complacidos por las cuotas de petróleo nacional que llegan a sus países.
            En la calle puedo oír como muchos compatriotas se resignan a la situación simplemente porque algunos no han perdido pequeños beneficios. Otros esperan que alguna nación extranjera le ponga freno a la vorágines del Estado. Tal cual como lo hicieron muchos judíos quienes se dieron cuenta de lo terrible que vivirián y de lo que les aguardaba sólo cuando fueron desplazados a los campos de exterminio al este de Europa. Los rojos no necesitan las duchas para deshacerse de los indeseables, simplemente con la inseguridad y la crisis económica le basta, puesto miles son asesinados, mientras que otros miles se marchan como pueden al extranjero.
            Las redes sociales, uno de los pocos espacios de opinión próximamente serán controladas, ese miedo que ahora tienen muchos a hablar o a expresarse delante de un  revolucionario o “patriota cooperante” se va a trasladar seguramente al Internet.
            Queridos lectores esta no es una carta de desesperanza o de derrota al contrario es una reflexión acerca de lo que vivimos cada día y de nuestro papel en la construcción o no de ese muro, donde muchos murieron tratando de cruzarlo, por lo que les invito a meditarlo y compartirlo con sus amigos y familiares, si quieren conmigo también, se los agradecería.

1 comentario:

El “Club de Costura” de Hollywood: un refugio secreto para mujeres queer

Durante la Época de Oro de Hollywood (1910–1969), un grupo íntimo y discreto de actrices, guionistas y directoras formó lo que hoy conocem...