Recientemente, se estrenó el acto final de la aclamada serie de Netflix Arcane. Más allá de revolucionar la animación con su mezcla de estilos, personajes complejos que superan incluso a interpretaciones de live action, y una banda sonora que posiciona a Riot como algo más que un estudio de videojuegos, quiero centrarme en un aspecto que ha resonado profundamente con los fans: su representación LGBTQ+. En concreto, la relación entre Caitlyn y Vi, conocidas cariñosamente como CaitVi, ha sido un referente de amor entre chicas en la animación moderna.
Sin embargo, la evolución hacia historias más reales, sanas y adorables de este tipo no ocurrió de la noche a la mañana. Es un recorrido que merece explorarse. Hoy, quiero compartir con ustedes cómo series anteriores abrieron el camino para historias como la de Arcane. Este viaje merece más de una entrada, así que aquí comienza la primera parte.
Korrasami: el inicio de algo más
En 2014, La Leyenda de Korra marcó un antes y un después con Korrasami, la relación entre Korra, el Avatar, y Asami, ingeniera y miembro del equipo Avatar. Lo que comenzó como una rivalidad amorosa por Mako evolucionó hacia una conexión más profunda, transformándose en uno de los romances más significativos de la animación contemporánea.
Durante la última temporada, Asami se convierte en el apoyo emocional de Korra en un momento crítico: tras derrotar al villano de turno, Korra queda físicamente debilitada y emocionalmente devastada. Mientras Korra lucha con la pérdida de su fortaleza física, Asami está ahí para apoyarla, construyendo una cercanía evidente.
Aunque no explícito en ese momento, el final de la serie dejó una clara insinuación de su relación romántica cuando ambas deciden ir juntas al mundo espiritual, tomadas de la mano, rodeadas por una paleta de colores alusiva a la bandera bisexual. Este cierre revolucionó la representación LGBTQ+ en la animación y más tarde fue confirmado en los cómics oficiales.
Marceline y la Dulce Princesa: amor inmortal
Unos años después, Hora de Aventura elevó aún más el nivel de representación LGBTQ+. Marceline, la reina vampiro, y la Dulce Princesa habían sido personajes favoritos de los fans durante años, pero su relación fue insinuada de forma sutil y progresiva a lo largo de la serie.
Desde la cuarta temporada, momentos como la canción “Soy tu problema” (donde Marceline expresa su frustración con la Dulce Princesa) apuntaban a una historia compartida más profunda. Aunque inicialmente se presentaron como antagonistas, las interacciones entre ambas evolucionaron hacia una relación cargada de complicidad y afecto.
En el episodio final, los creadores dieron el gran paso: un beso entre Marceline y la Dulce Princesa confirmó que eran novias. Aunque breve y discreto, este momento fue histórico para la animación y marcó un hito en la representación de parejas LGBTQ+ en el medio.
Las secuelas de Hora de Aventura nos permitieron ver su relación florecer plenamente. La Dulce Princesa, que al inicio era una figura narcisista y adicta al trabajo, encontró la felicidad al renunciar al poder y vivir una vida sencilla junto a Marceline. Incluso en Fiona y Cake, una continuación orientada a jóvenes adultos, descubrimos que en cada multiverso sus caminos están destinados a cruzarse y enamorarse.
El impacto y lo que viene
Estos ejemplos no solo representan avances en la representación LGBTQ+, sino también en cómo las historias de amor entre chicas han pasado de ser subtextos a convertirse en narrativas principales, con personajes complejos y relaciones significativas.
En la próxima parte de este recorrido, exploraremos cómo el amor puede salvar universos y desafiar prejuicios, mostrando que las historias románticas LGBTQ+ pueden ser tan profundas, emotivas y universales como cualquier otra.
¡No te pierdas lo que viene!
